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Reconocerse a si mismo es reconocer el mundo que nos rodea. Reencontrarse con el espejo del infinito aprendizaje en la búsqueda de uno mismo. Es el camino del corazón donde comienza la descubierta, el trabajo interior, la evolución necesaria, y es así como vamos adentrándonos en el despertar de la conciencia.

 

El Temazcalli (Zumpul-ché) es una sauna sagrada, representando el vientre de la Madre Tierra. El templo del origen de nuestra existencia, el vientre que gesta el reconocimiento de nosotros mismos, nuestro proceso actual y del mundo.

 

El vientre nos recibe otra vez en el espacio redondo, femenino, amoroso, atemporal, otra vez en posición fetal, retornando al origen de nuestra madre, conectando con el Gran Misterio.

 

Las abuelas piedras se activan en el fuego sagrado, siendo las semillas de conciencia y conocimiento. En ellas se invocan a los espíritus ancianos de la tierra, adentrándose de forma gradual al ombligo central de este vientre. Se bañan con el té de plantas medicinales, generando en la fusión, el vapor necesario para hacernos sudar, entonces comienza la cura a través de la purificación.

 

Los cuatro elementos se unen: la Tierra, el Fuego, el Agua y el Aire son la medicina y la voz del Gran Espíritu transmitidas en el canto, en las palabras sagradas y en el silencio.

 

Cuatro puertas conforman el rito interior, cuatro veces se abre la vagina del vientre de la Tierra dejando entrar el oxigeno vital, el agua que hidrata nuestra conciencia y  las abuelas piedras, hasta llegar al clímax en la ultima puerta, la puerta de la muerte que nos prepara para un nuevo renacimiento. Una nueva oportunidad de replantear nuestro camino, de tener silencio en nuestra mente, de refinar nuestras emociones y de mantenernos alineados y fortalecidos ante los desafíos que nos presenta la Vida en cada momento.

 

El Temazcalli es la casa de todos, la medicina que nos han heredado nuestros ancestros para Reconectar. Redescubriendo las alas emplumadas de la visión y de nuestra propia medicina interior, conectando con nuestro corazón. Sacudiéndose con la vertiginosa fuerza del amor. Esa es la intención, por ello sana y nos libera del mal.

 

Una experiencia de reconciliación.

                                                                                                                                                    

                                                                                                                                                                  Kelvara Theocal